En el centro de las montañas de Prades, a 950 m de altura. Destacan las murallas, la plaza porticada, la fuente del Renacimiento y el basamento de las torres.
En el centro de las montañas de Prades, a 950 m de altura. Destacan las murallas, la plaza porticada, la fuente del Renacimiento y el basamento de las torres.
El pueblo está en el centro de las montañas de Prades, a 950 m de altura. La villa, antigua capital del condado de Prades –vinculado a la casa real catalana: la reina Margarida de Prades fue esposa de Martí I l'Humà–, presenta un importante conjunto monumental con la bella y característica piedra rojiza del Triásico que le ha dado el sobrenombre de la vila vermella (la villa roja). Deben admirarse los portales de las murallas, la plaza porticada, la famosa y bella fuente esférica del Renacimiento y el basamento de las torres.
Prades es, actualmente, un importante centro residencial, tiene un justo nombre por su clima y por su paisaje, ya que se encuentra en medio de un entorno natural impresionante.
De Prades, son famosas sus patatas, castañas y miel.
En el término se conserva un abrigo neolítico en la cueva del Cisterer y otros en la cueva de la Guàrdia, en el Mas del Pere Jeroni y en la fuente del Pu. En la partida dels Rossinyols han aparecido restos que podrían corresponder a un poblado ibérico. La vila vermella está situada a 950 m de altura, protegida por los puntos más altos de la cordillera de Prades, como la muela d'Estat, que alcanza los 1.126 m, o el cerro de la Baltasana, de 1.201 m, el punto más alto de El Baix Camp.
Se dice que existió un castillo fortificado árabe, si fuera así este habría caído en poder de los condes catalanes antes del 1153. En 1159, Ramon Berenguer IV entregó la carta de población a los habitantes de Prades. La época medieval fue una etapa fructífera para el pueblo; disponía de un importante mercado de ganado y del derecho de acuñar moneda, entre otros. En 1290 llegó la orden mendicante de la Mercè en Prades.
Parece que a lo largo del siglo XIV había una destacada comunidad judía. Jaume II invistió, en 1324, a su hijo Ramon Berenguer conde y señor de las tierras y montañas de Prades. La señoría sumaba la baronía de Entença (que comprendía parte de la antigua baronía de Castellvell) y un largo listado de núcleos que ocupaban aproximadamente unos 1.158 km2. Fue en el siglo XV cuando una rama de la familia real, propietaria del condado, se emparentó con la casa ducal de los Cardona, que se convirtió en la titular del condado. Este dominio acabó en manos de los Medinaceli a partir del año 1663, por eso la actual duquesa de Medinaceli es la vigésimo quinta condesa de Prades.
En la guerra de los Segadors, las tierras del condado de Prades apoyaron las tropas francocatalanas. En 1641, el gobernador de Tarragona inició un ataque contra la villa que hizo que pasados nueve días se rindiera. El asalto no fue suficiente para que diez años después, los anteriores ejércitos circularan por la villa y con ellos se derribó el castillo de Siurana, se ocupó L'Espluga de Francolí y Prades y resultó muy dañado el castillo de Prades.
En el siglo XVIII, la villa condal perdió el protagonismo de capital comarcal bien situada pero su mercado era todavía importante. Las montañas de Prades fueron un lugar idóneo para que se ocultaran desertores, tal como sucedió a finales de la guerra del Francés. En la Primera Guerra Carlista, fue el cuartel general del carlista Tristany, lo que, a la larga, propició un saqueo de la villa. Durante la Tercera Guerra Carlista, Pere Balcells Masgoret, más conocido como el Nen de Prades, fue uno de los principales protagonistas.
La configuración urbanística de la villa de Prades debió nacer, en buena medida, durante la Edad Media central. Los estudiosos indican que el núcleo viejo de la población se formó a partir de varios puntos o ejes, concretamente cuatro. El primero correspondería a la iglesia parroquial, situada al este del perímetro urbano. El segundo correspondería al castillo que ocupaba el ángulo noroeste. El tercero vendría determinado por la plaza del lado de la iglesia, lugar idóneo para hacer el mercado. El eje más alejado sería el formado por el puente y por el río de Prades, al norte de la villa.
Estos enclaves han perfilado que la villa tenga una planta triangular. Se pueden encontrar, todavía, varios arcos medievales repartidos por la villa. Como toda villa cerrada, se accedía a través de portales. Actualmente hay dos de los cuatro que tenía. Los conservados son el del este, situado junto a la iglesia y que hoy es una de las entradas más características de la villa, y el del norte, construido frente al puente y que posibilitaba la comunicación con los pueblos de La Conca de Barberà. Los que ya no existen debían estar bajo el castillo, que se abrirían hacia los pueblos de El Priorat y el del sur, que miraría hacia las tierras del Camp de Tarragona.
Una de las imágenes más divulgadas de Prades es la del portal de acceso a la villa, que está revestido por unas amplias dovelas y rematado con un matacán. Los matacanes coronaban murallas, castillos, portales de entrada que se ejecutaban gracias a un parapeto construido en voladizo sostenido por ménsulas, con aberturas entre ellas para poder vigilar o dominar a la persona que se encontraba abajo. Antes de llegar al portal y a su elemento de defensa, hay que hablar del crucero, el de Sant Roc, que da personalidad a la plaza del recinto cerrado. Los cruceros solían situarse en un cruce de caminos, y tenían diversas funciones. Por ejemplo, la de marcar los límites territoriales de los pueblos. Eran puntos de referencia geográfica y su presencia determinaba la entrada a los mismos núcleos habitados. Colocados frente a las principales vías de acceso a los pueblos, actuaban como protectores de enfermedades y peligros. La época de máximo esplendor de la construcción de estos monumentos corresponde al siglo XV y XVI, aunque hay cruceros posteriores.
Junto al portal del norte se conservan restos de la muralla de la villa condal. De la época medieval quedan pequeños fragmentos del castillo. Del castillo se sabe que en 1554 ya se encontraba en muy mal estado y en 1774 se vendió. La capilla de Sant Miquel del castillo de Prades se debía construir paralelamente a su castillo, posiblemente en la segunda mitad del siglo XII. Está situada en la parte noroeste de la villa y se puede entrever desde la calle del Castell. La capilla está muy deteriorada ya que sus dependencias se repartieron entre varios propietarios. La plaza Mayor porticada tiene una fuente muy popular. Se dice que esta fuente en forma de esfera podría ser renacentista, coetánea a la construcción de la portada del templo parroquial. De ella manan cuatro caños de bronce en una pila circular.
Otros Lugares de interés: Roca Foradada y lago contiguo, fuente Blanca, cerro de la Baltasana, risco de les Espurrides, planos de payés, muela d'Estat y mesa dels Quatre Termes y ermita de la Mare de Déu de l'Abellera.
Acceso: antes de llegar al cruce para entrar en la población (si se sube por La Febró), a mano derecha, hay un rótulo indicativo que avisa de la situación de la ermita, que se encuentra a unos 2 km del núcleo. También se puede ir a pie por el camino viejo que pasa por las ermitas de Sant Antoni y Sant Roc. Si se viene de Prades, se debe tomar la carretera T-704 en dirección a La Febró o Alcover y buscar este rótulo, que entonces queda al lado izquierdo, a muy poca distancia de la villa.
La fachada del templete es humilde: un portal adovelado, dos ventanas por lado y el campanario de doble espadaña son los elementos más destacados realzados en unos muros acabados en la piedra rojiza de la zona. El edificio no existía en 1484, en 1570 se construyó y el campanario se levantó posiblemente en 1578. Quizás correspondía a la primera ermita: su sucesora adquiriría la apariencia actual a partir de numerosas remodelaciones añadidas a través de los siglos. Tiene una sola nave de 13 m de largo por 6 de ancho con un camarín. La virgen es del 1940 y es una copia fiel de su antecesora. El 12 de agosto de 1956, el arzobispo de Tarragona coronó la imagen. La corona es obra del orfebre Jaume Mercadé Queralt y consta de cincuenta abejas de plata con su reina y la inclusión del escudo de Prades. En su interior habían existido unas colmenas de abejas con sus correspondientes panales de miel. La imagen es la patrona de los apicultores catalanes actuales.
El Lunes de Pascua de Resurrección y el 8 de septiembre, día de las Vírgenes Halladas, acuden a ella muchos devotos y visitantes. Años atrás, los vecinos de Prades solían ir en procesión el domingo después de Navidad.
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