L'Albiol

Un pequeño pueblo situado justo al límite con el Alt Camp, se construyó alrededor de un castillo. Es un lugar con vistas espectaculares rodeado por un entorno muy natural.

L'Albiol

Un pequeño pueblo situado justo al límite con el Alt Camp, se construyó alrededor de un castillo. Es un lugar con vistas espectaculares rodeado por un entorno muy natural.

Situado en el límite con L'Alt Camp, en los vertientes sureste de las montañas de Prades, el pueblo se formó junto al castillo de origen sarraceno, hoy derribado. El municipio está formado por dos pequeños núcleos, L'Albiol propiamente dicho y Bonretorn, sitio de veraneo. L'Albiol, además, incluye las Masies Catalanes.

Historia

El nombre tendría un origen latín (Alveolu) y significaría lugar de recogida o de conducción de agua por su abundancia en el término. Otras teorías lo hacen de origen árabe o procedente de un terrateniente llamado Albiolus. En el emplazamiento del actual castillo habría existido una atalaya prerromana, convertido en castillo sarraceno y conquistado y arrasado por Guillem de Claramunt en el siglo XII. 

A medida que llegamos al castillo, lo primero que se ve, entre pinos y la vegetación que tapa sus elementos estructurales, es una muralla, que posee cuatro torres flanqueantes cuadrangulares y una torre circular. La muralla se resolvió con piedras mucho más trabajadas en las esquinas. Hay aspilleras repartidas por todo el paño de muro. La parte más antigua correspondería a la torre maestra, ubicada en el punto más alto del recinto. Tiene 6 m de largo y un ancho de casi 3 m con muros de 100 cm de ancho en la parte baja. Aquí los muros están trabajados con mortero de cal y, en la parte alta, una presentación de piedras más pequeñas hace pensar que se construyó posteriormente. Al norte de esta torre hay otra, casi rectangular, con 4,35 cm de largo y entre 3,5 m de ancho y 110 cm. Para los especialistas en arte medieval, esta torre podría haber sido más alta de lo que puede verse actualmente.

 

Sitios de interés

El castillo

A medida que llegamos al castillo, lo primero que se ve, entre pinos y la vegetación que tapa sus elementos estructurales, es una muralla, que posee cuatro torres flanqueantes cuadrangulares y una torre circular. La muralla se resolvió con piedras mucho más trabajadas en las esquinas. Hay aspilleras repartidas por todo el paño de muro. La parte más antigua correspondería a la torre maestra, ubicada en el punto más alto del recinto. Tiene 6 m de largo y un ancho de casi 3 m con muros de 100 cm de ancho en la parte baja. Aquí los muros están trabajados con mortero de cal y, en la parte alta, una presentación de piedras más pequeñas hace pensar que se construyó posteriormente. Al norte de esta torre hay otra, casi rectangular, con 4,35 cm de largo y entre 3,5 m de ancho y 110 cm. Para los especialistas en arte medieval, esta torre debía haber sido más alta de lo que puede verse actualmente.

Dentro del recinto hay restos de una nave, situada a unos 10 m al este de la torre principal. Habría tenido una planta rectangular, con unos 7 m de largo y 4,5 m de ancho, resuelta con una bóveda apuntada. La nave debe situarse cronológicamente más tarde que el resto de elementos del castillo. En el lado noreste de la muralla existió una torre circular de la que queda solo la base. Siguiendo el muro de cierre del recinto se adivinan cuatro torres más que sirven para crear una imagen de cómo era esta fortificación.

La iglesia de Sant Miquel

Se construyó a finales del siglo XVIII, ejecutada con una sola nave con capillas abiertas entre los contrafuertes. Se dice que el altar mayor procedía del convento de Sant Francesc de Reus y actualmente tiene una talla de san Miguel que podría ser del siglo XVIII. También pertenecen a L'Albiol la capilla de Bonretorn y la derruida ermita medieval de les Virtuts, a pesar de estar en término de Alcover.

Las masías

La verdadera importancia de L'Albiol fue constituida por un número considerable de masías ubicadas en su extenso término. Las más importantes fueron Mas de Barberà, citado en 1477; Mas del Frare o Miqueló, citado en 1768; el de Mallafré, en 1495; el de Llaberia, en 1621; el del Ferrer o del Sord, en 1335, y el Mas Nou, de 1778, entre otros.

Villa Urrutia

Situada en las Masies Catalanes, Villa Urrutia es un referente de la arquitectura modernista tanto en la edificación como en sus alrededores ajardinados, con la presencia de una esbelta torre circular que llama la atención por encima de los tejados de los edificios de la urbanización. El monumento se construyó con el cruce de sensibilidades que aportaban todas las artes modernistas, desde la aplicación de las cerámicas, las formas modeladas en los muros o los muebles de los ebanistas más en boga, como los del mallorquín Gaspar Homar. En el interior, en la sala principal, hay un arrimadero creado en la fábrica Pujol i Bausis de Esplugues de Llobregat.

La masía originaria era el Mas de Mallafrè. La transformación de la vieja masía en la elegante Villa Urrutia se debió a su propietario Augusto Urrutia Roldán. Este vasco era un indiano que tenía numerosas fincas dedicadas al cultivo del cacao en Venezuela. Él vivía en Barcelona con su mujer y sus cuatro hijos. La esposa era Josefina Miró Gascó, de Tarragona, y prima del pintor Joan Miró. El monumento se planteó con los elementos más fastuosos que adornaban las villas, las masías o las casas aisladas construidas según los parámetros modernistas. Así queda el viejo paseo de palmeras que lleva a una glorieta con una gruta subterránea realizada con rocalla, y conduce a la pista de tenis. El primer piso tiene una vistosa tribuna adornada con elementos escultóricos florales al igual que los dos ventanales laterales que forman este nivel y se cierran con balcones abombados de hierro forjado. La tribuna denota que se encontraba en el piso noble o principal, este elemento constructivo se transforma en un balcón para el piso superior. Su barandilla se trabajó ornamentada con flores, motivo que va repartiéndose por toda la casa. La barbacana es, sin duda, el motivo que rompe la horizontalidad de la fachada. El acabado es serpenteado, ondulado y huye con este planteamiento del programado y ordenado esquema de líneas verticales y horizontales que forman esta fachada tan simétrica.

La fachada situada al este se ideó para aprovechar la maravillosa vista que puede disfrutar la casa. Hay una espaciosa terraza que se cerró con una barandilla acabada con flores tal como hacían algunas de las casas más lujosas construidas en aquel momento en los municipios vecinos. En la parte oeste de la casa se incorporó una torre circular acabada con una aguja; la torre tiene dos ventanas y una campana. Se dice que, como que la masía tenía diferentes asalariados, contaba con una campana que se tocaba para marcar las horas de inicio y final del trabajo.

La masía se inició en 1913 y algunos de sus elementos externos, como la glorieta, señalan las escaleras de acceso a la gruta subterránea que alberga. Pocos datos pueden darse sobre el constructor, según parece un arquitecto llamado Aubi o Aubí. Se conoce su pintor decorador reusense, llamado Fuster.

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