La Febró se encuentra en el centro de las montañas de Prades, en el valle alto del río de Siurana, en medio de una naturaleza impresionante y rodeada de una gran tranquilidad.
La Febró se encuentra en el centro de las montañas de Prades, en el valle alto del río de Siurana, en medio de una naturaleza impresionante y rodeada de una gran tranquilidad.
La Febró se encuentra en el centro de las montañas de Prades, en el valle alto del río de Siurana, en medio de una naturaleza impresionante y rodeada de una gran tranquilidad. Son de visita obligada las simas y las pozas, situadas en la parte montañosa ante el pueblo
La Febró se sitúa en medio de las montañas de Prades, en la parte alta del valle del río de Siurana. Con sus 16,04 km2 de extensión tiene, en la parte sur, los Motllats, con el punto máximo que alcanza los 986 m de altitud en la Foradada, y la norte, que limita con Cornudella, de la comarca de El Priorat, donde llega en esta zona, el punto más alto, los 1.028 m de altitud.
De la época prehistórica se conocen materiales del bronce medio, encontrados en la cueva de la Vila, entre los que destaca una gran jarra de 75 cm de altura, muy ornamentada con cordones y arquerías, y un cucharón también de tierra. En la Solana aparecieron piezas de cerámica acanalada y sepulcros de la época medieval alta en la roca del Migdia, el Collet Blanc, en la Parada dels Castellans y el Maset del Joan de la Font, entre otros.
Parece que, inicialmente, La Febró formaba parte de los límites de la carta de población de Siurana de 1153. La repoblación había llegado en 1151 con la conquista de las montañas de Prades por Ponç y Ramon Cabrera. El pueblo se incluyó dentro del condado de Prades desde que se creó, en 1324.
El nombre del pueblo, escrito "Febror", se menciona por primera vez en el libro blanco de Santes Creus en 1163, mientras que, a partir del siglo XVI, se menciona como “la Febrosa”. La etimología popular cree que el nombre proviene del hecho de que en los años de la fundación del pueblo se produjeron unas fuertes pestes malignas.
La Febró debía depender de Capafonts, la iglesia fue su sufragánea hasta 1847. En 1406 tenía batllet propio y en 1629 ya era villa. Del siglo XVIII son los dos molinos de harina, lo que hace pensar en una bonanza económica. Madoz, en 1847, decía que las tierras del término producían trigo, aceite, vino, legumbres, cebada, hortalizas y se criaban rebaños de lana, cabras, cerdos y los bosques estaban poblados por encinas, carrasca y pino.
El carbón fue una actividad usual durante el principio del siglo pasado. Por la situación geográfica y la facilidad de encontrar lugares para esconderse, la presencia de los maquis en la zona fue constante entre los años 1940-1950.
El lugar más conocido del pueblo son las simas de la Febró, tocando a La Mussara y definidas por una grieta en el risco de unos 250 m de longitud, por 25 o 30 m de profundidad y unos 6 u 8 m de anchura. Dentro hay dos cuevas que tuvieron, antes de ser arrancadas, estalactitas para decorar los jardines del desaparecido Mas de Macià Vila, en Reus. Las simas, repletas de vegetación, fueron a lo largo del siglo XIX refugio de contrabandistas y conspiradores. Según la tradición, también se escondió en ellas el general Prim en 1843.
Hacia poniente hay un conjunto de varios edificios, del siglo XVIII, derrumbados, llamados los Masos de Galceran. La masía más conocida es el Mas dels Frares, mencionado ya en 1641, se trata de una antigua granja de la cartuja de Escaladei restaurada por el mecenas reusense Evarist Fàbregas.
El pueblo es recogido y alargado y está presidido por la iglesia parroquial de Sant Esteve.
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